El Qhapaq Ñan
fue el Camino Principal Andino en tiempo de los Incas, quienes supieron integrar
y desarrollar en torno a él el sistema vial de los Andes, aprovechando las redes
construidas por culturas anteriores o paralelas. La acción concertada de Perú,
Bolivia, Ecuador, Chile, Argentina y Colombia aspira a que el Camino sea
inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Estos países, con el
apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, han iniciado el diseño del
proyecto integral Qhapaq Ñan, a fin de preservar sus excepcionales valores
culturales y naturales, favorecer a las poblaciones cuyos ancestros lo hicieron
posible y permitir que pueda seguir siendo transitado y valorado por caminantes
de otras partes del mundo. Las imágenes y textos que aquí se presentan forman
parte de una exposición itinerante organizada por el Ministerio de Relaciones
Exteriores del Perú
Cuando los españoles llegaron al Perú en 1532,
ingresaron a un país de abismales contrastes geográficos al que cruzaba una
compleja red de comunicaciones. La red permitía trasladarse de un lado a otro
por caminos bien trazados y servidos; los pueblos de la sierra recibían con
prontitud los productos del mar y llegaban a los valles costeros finas maderas y
plumas de la Amazonía. El camino hacía posible que los Incas administraran desde
el Cusco territorios ubicados a miles de kilómetros. Por él enviaban chasquis o
mensajeros a los confines de su Imperio; recibían los beneficios del tributo o
el trabajo itinerante y desplazaban a sus ejércitos. Los propios conquistadores
españoles marcharon de Cajamarca al Cusco en pocos días, premiados por la
hospitalidad, alimentación y abrigo que ofrecía el camino.
Tres siglos
después, a inicios del período republicano, la Revolución Industrial modificó la
comunicación, dando inició a un lento abandono de los caminos peatonales. Al
articularse las nuevas tecnologías de transporte con una opción exportadora, las
estrategias de comunicación se trasladaron hacia los puertos de la costa. Esta
opción desplazó a la milenaria red que unió y potenció el Imperio de los Incas o
Tawantinsuyu en el siglo XV.
La red tenía como eje la cordillera de los
Andes. La solución peatonal respondía al medio y la tecnología de la época; el
camino debía facilitar el tránsito de personas, séquitos y caravanas, muchas
veces acompañados por recuas de llamas. La cordillera era recorrida
longitudinalmente, salvando las pendientes con escalinatas, las quebradas con
puentes, y habilitando pasos o túneles donde fuera necesario. El Qhapaq Ñan era
el camino principal, del que se desprendía una serie de caminos laterales que
vinculaban el eje longitudinal con los pueblos asentados en las cimas, laderas y
quebradas de la cordillera. Desde todos los puntos era posible llegar a una red
que era radial o lineal según los territorios.
El sistema tenía trazos
bien delimitados y señalizados. A la vera de los caminos había estaciones o
tambos, donde los caminantes podían alimentarse y reponer energías, además de
almacenes o qollqas, con excedentes para demandas no previstas. Los tramos
enlosados, muchos de ellos protegidos por murallas, así como la anchura fijada
con bordes claramente visibles, convierte la vía en un increíble espectáculo de
armonía y seguridad. De los más de 7000 kms. de largo que tiene la cordillera de
los Andes, unos 5000 fueron cubiertos por el Qhapaq Ñan. En ellos se registra la
más notable variedad de paisajes del planeta, desde la gelidez de los nevados,
hasta las quebradas con bosques húmedos o secos, pasando por sabanas, valles
templados y arenales de todos los colores, que el trajinante puede ver en una
sola jornada.
Desde luego, la red no fue creada de la noche a la mañana.
Entre 1000 y 500 años antes del Tawantinsuuo, –durante la época Wari- se había
instalado una red que nacía en Ayacucho y se dirigía por el sur hasta cerca del
lago Titicaca y, por el norte, hasta las proximidades de Chachapoyas y Piura. El
Tawantinsuyu rebasó estos límites: por el norte llevó el Qhapaq Ñan hasta los
Pastos, en la región sureña de Colombia; y por el sur hasta cerca de la actual
ciudad de Concepción, en Chile, y a la tierra de los Huarpes en la
Argentina.
El Qhapaq Ñan conectaba a millones de habitantes de diversas
culturas. El camino partía del Cusco en cuatro direcciones: al norte
–Chinchaysuyu– ocupado por quechuas y yungas; al sur –Qollasuyu–ocupado por
quechuas y arus; al oeste –Contisuyu– ocupado por pukinas y aymaras y, al este
–Antisuyu– ocupado por los chunchos. Tierras fértiles del norte, áridas del sur,
desérticas del oeste, selváticas del este. La red suma, en total, unos 40 000
km., de los cuales más de 23 000 han sido registrados por los arqueólogos. En
términos de patrimonio es el mayor monumento que se conoce en el Continente.
Para las miles de comunidades que viven a su vera, el Qhapaq Ñan es una ruta
colapsada pero saturada de promesas de retorno.(Luis Guillermo Lumbreras).
El camino visto por el cronista Pedro Cieza de León
“... Una de las
cosas de que yo más me admire contemplando y notando las cosas deste reyno fue
pensar cómo y de qué manera se pudieron hazer caminos tan grandes y sobervios
como por él vemos y qué fuerças de hombres bastaron a lo poder hazer y con qué
herramientas y estrumento pudieron allanar los montes y quebrantar las peñas
para hazerlos tan anchos y buenos como están; porque me pareçe que si el
Enperador quisiese mandar hazer otro camino
real como el que va del Quito al Cuzco sale del Cuzco para yr a Chile,
çiertamente creo con todo su poder para ello no fuese poderoso ni fuerças de
hombres lo pudieran hazer, si no fuese con la horden tan grande que para ello
los Yngas mandaron que oviese, porque si fuera camino de çinquenta leguas o de
çiento o de dozientas es de creer que aunque la tierra fuera más áspera no se
tuviera en mucho con buena diligençia hazerlo; mas éstos eran tan largos que
avía alguno que tenía más de mill y çien leguas, todo echado por sierras tan
agras y espantosas que por algunas pates mirando abaxo se quita la vista y
algunas destas sierras derechas y llenas de pedreras, tanto que era menester
cabar por las laderas en peña viva para hazer el camino ancho y llano: todo lo
cual hazían con fuego y con sus picos. Por otros lugares avía suvidas tan altas
y ásperas que hazían desde lo baxo escalones / para poder subir por ellos a lo
más alto, haziendo entre medias dellos algunos descanços anchos para el reposo
de la jente. En otros lugares avía montones de nieve que era más de temer y esto
no en un lugar sino en muchas partes, y no así como quera, sino que no va
ponderado ni encareçido como ello es ni como lo vemos; y por estas nieves y por
donde avía montañas de árboles y çespedes lo hazían llano y enpedrado, si
menester fuese….”
Pedro de Cieza de
León. Crónica del Perú, Segunda Parte. 1553.
Una geografía cultural
“Una combinación de factores ambienta
John Hyslop - The Inka Road
System, 1984
les,
económicos y simbólicos convirtió la construcción de caminos en los Andes,
incluso mucho antes del surgimiento de los incas, en una actividad importante.
La necesidad de conectar zonas densamente pobladas, separadas por regiones
desoladas, fue apenas uno de los factores que motivó su construcción. Otro lo
constituyó la necesidad de unir zonas ecológicamente distintas, a través de
relaciones económicas complementarias. La ideología Inca asociaba sus caminos
con la división conceptual del espacio y la sociedad. Los caminos constituían un
medio de concebir y expresar su concepto de una geografía cultural . Los Incas
establecían la ubicación de sus súbditos de acuerdo con su posición en un camino
dado. El sistema vial era el símbolo de la omnipresencia inca a lo largo de los
Andes, y casi todos sus millones de súbditos lo habían visto alguna vez; era el
vínculo con la autoridad del Estado, que manejaba la mayor parte de la necesidad
vital de mano de obra a través de sus instalaciones en los
caminos”.
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